La penalización impuesta a Carlos Sainz tras la segunda práctica libre del Gran Premio de Las Vegas se debió a daños irreparables en componentes críticos del vehículo causados por un objeto externo. A pesar de las circunstancias atípicas, el equipo de Sainz solicitó una derogación para reemplazar la bateria sin penalización. Sin embargo, el reglamento de la Fórmula 1, específicamente el Artículo 2.1, obliga a los oficiales, incluidos los comisarios, a aplicar las regulaciones tal como están escritas, lo que resultó en la aplicación de una penalidad obligatoria bajo el Artículo 28.3.
Los comisarios reconocieron que, de tener la autoridad para otorgar una exención debido a las circunstancias inusuales y desafortunadas, lo habrían hecho, pero las regulaciones no permiten tal acción. Este caso resalta la rigidez reglamentaria en la F1, donde incluso situaciones excepcionales se enfrentan a la estricta interpretación de las normas, cerrando cualquier posible laguna y a veces resultando en decisiones que pueden parecer desproporcionadas respecto a la naturaleza del incidente.
